La jornada acabó temprano.
Todavía tenía sobre mi escritorio un vaso de Sprite, que una mano caritativa me convidó, quizás por mi visible cansancio, quizás por el calor, quizás por "buena onda" nomás.
Tenía tiempo.
Las notas ya se habían entregado.
Y entonces pensé, porque cuando uno tiene tiempo tiende a pensar.
Pensaba en lo maravilloso que es mirarnos en el espejo de la historia, del mundo, de la realidad que nos hace ser.
Ver como esos espejos nos devuelven ideas, imágenes, sonidos.
Reflejarnos, buscarnos, en el otro, y hasta encontrarnos... ¿por qué no?.
Pensaba en esos nombres, los Eduardo Galeano, los García Márquez, los Ernest Hemingway, los Juan Rulfo, los Hunter Thompson, y tantos otros que me reflejaron a mi una vocación.
Una profesión.
Los espejos de vida nos hacen crecer, nos muestran lo que somos, lo que podemos ser, lo que no queremos ser. No hay que temer tanto el vernos en los demás.
06 noviembre, 2008
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