El poeta es dueño de uno de los humores más exquisitos, así como el que tenía el chileno Marcelo Rodríguez.
Rodríguez estaba recorriendo Latinoamérica y en Venezuela, y tras comer junto a una mesa de selectos -entre quienes se encontraba el poeta y músico Ramón Ayala- saludó a la mesa, se levantó y sostuvo, dirigiéndose a la dama venezolana propietaria de la casa: "Disculpen, pero voy a pasar al Orinoco".
Sin haber comprendido del todo la ocurrencia, sus compañeros de andanzas le dijeeron: "¿Nada más?, a lo que Rodríguez sentenció: "Y...no sé. Quizás llegue también al Titicaca".
Así fue recorriendo los baños latinoamericanos el poeta Rodríguez.
1 comentario:
Muy bueno el blog.
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